Sobre mí

A lo largo de estos años de recorrido vital, si hay algo puede servir de hilo conductor ha sido y sigue siendo mi interés por el cuerpo humano.

El cuerpo entendido de una manera integral, holística.

Por una parte, mi trayectoria científica me ha llevado a ser docente en el área de las ciencias biomédicas, en concreto de las materias de anatomía y fisiología humana… Desde esta perspectiva, he podido adentrarme en las estructuras que nos conforman, así como en el funcionamiento de las mismas…

Por otra parte, la formación como psicoterapeuta me ha permitido mirar al cuerpo no como mero contenedor de nuestra mente, sino como expresión misma de dicha mente…

Y por último, mi pasión por la danza desde pequeña me ha llevado a disfrutar de este cuerpo en movimiento, a crear a través de la expresión corporal, a expresar con lenguajes variados como la danza oriental, africana, contemporánea…

Mi proceso

Mi proceso ha sido un camino de búsqueda permanente… Mi madre siempre me dijo que ya de muy pequeña era pura curiosidad. Y creo que ha sido esta curiosidad el motor de mi búsqueda de vida. Recuerdo que a la edad de 7 años viendo en la televisión un ballet me vino claro: «yo quiero ser bailarina«. Es ese tipo de conocimiento que nos llega de dentro con una certeza total y que con los años vamos olvidando…

Y con los años, no solo olvidé mi pasión por el baile sino también me olvidé de mi sentir. Durante los años de escolarización e instituto, aprendí a «esforzarme mucho para conseguir…» He pasado muchísimas horas de mi vida estudiando, y aunque disfrutaba aprendiendo, por aquellos años, una parte de mí se fue adormeciendo… Esa parte que nos conecta con lo que verdaderamente somos, nuestra esencia.

Además de bailar, desde muy niña me apasionó el conocimiento de «lo vivo» y el contacto con la naturaleza. Esa pasión me llevaría años después a adentrarme en el campo de la biología, y más adelante, en el mundo de la investigación molecular. Sin embargo, ya en los primeros años de laboratorio donde realicé mi tesis doctoral, sentía que no era ahí donde yo llegaría a sentirme plena. Y seguí buscando…

Así que por aquel entonces, decidí estudiar psicología, ya que llevaba años haciendo cursos y leyendo mucho sobre desarrollo personal. Después de la carrera, le siguió la formación como terapeuta Gestalt, y un continuo de aprendizaje en el área de la psicoterapia corporal.

Irene Roga psicoterapeuta biodanza

De forma casual, al comienzo de mi tesis, acabé en una clase de danza oriental a la que una amiga me había invitado. Aún recuerdo mis sensaciones durante esa primera clase. Todas las células de mi cuerpo gritaban ¡SÍ! Desde ese día no he dejado de bailar hasta hoy. Al oriental le siguió la danza africana, contemporánea,… Con los años me di cuenta de que mi cuerpo y mi sentir habían cambiado mucho a través del movimiento. De alguna manera, la danza para mí había sido terapéutica.

En el 2014, tuve la suerte de entrar en la universidad para dar clases de anatomía y fisiología humana, lo que me descubrió mi pasión por transmitir el conocimiento de nuestro cuerpo. Esa primera clase fue otro de esos momentos donde me di cuenta que hay cosas que no hace falta adquirir de fuera porque de alguna forma ya están dentro de nosotros.

Y fue en 2017 cuando también de forma casual acabé probando una clase de biodanza. Y entonces sentí que mi búsqueda al fin me había llevado al lugar que siempre había estado buscando: mi propio ser. El ser como esencia. La vivencia en las sesiones de biodanza me ayudaron a reconectar la parte que quedó adormecida hacía años.

Así que puedo decir que el movimiento consciente me llevó de vuelta a mi verdadero ser.

Steve Jobs en una de sus conferencias dijo: No puedes unir los puntos mirando hacia adelante; solo puedes unirlos mirando hacia atrás. Así que tienes que confiar en que los puntos de alguna manera se unirán en tu futuro.

Ahora, cuando miro atrás, puedo ver con nitidez que los puntos en mi historia se unieron a través de un mismo hilo conductor: el cuerpo, mi cuerpo.